Antes de iniciar el largo viaje (18 horas en total: maquehue – Santiago – París – Ljubljana) hasta la capital Eslovena, me preguntaba cómo sería este lugar que me parecía tan lejano y desconocido. La verdad es que me he llevado una gratísima impresión de Eslovenia y en general de la zona de Europa del este y los Balcanes, donde está ubicado este país. La ciudad y su gente son muy amables y no fría o distante como se podría presumir, quizás por la evidente influencia italiana que se ve en el país, especialmente lo pude sentir en la ciudad de Koper,
distante a 85km., en la costa de Eslovenia, donde tuvimos la posibilidad de viajar el domingo para conocer el mar Adriático cuyas aguas tienen una temperatura muy agradable y con poco oleaje. De vuelta de Koper, tomamos el tren a Ljubljana. Un viaje que me trajo mucha nostalgia de La Araucanía. Un tren maravilloso, como los que recorrían nuestra región años atrás. Tren eléctrico, muy bien cuidado, con cabinas para los pasajeros y un entorno maravilloso, muy verde, como nuestra Araucanía.
Con una temperatura de 30 grados, la capital Eslovena es un lugar muy cosmopolita. Sumado a eso, el trabajo que nos convoca ha reunido a personas de Grecia, Latvia, Bulgaria, Croacia, Serbia, Uganda, Burkina Faso, Etiopía, Rumania y Padre las Casas, además del equipo de trabajo de la EIFL que lo componen personas que viven en Italia, Inglaterra, Kenia entre otros lugares.
La verdad es que este encuentro nos ha servido para reafirmar que como biblioteca vamos e la dirección correcta en cuanto a nuestros objetivos y las ideas innovadoras que estamos implementando. Les ha llamado mucho la atención y destacan nuestra escencia comunitaria y sociocultural, las iniciativas ciudadanas, especialmente la Biblioradio y PLCTV. Estamos haciendo muy buenos lazos con la gente de la EIFL y de todos estos países hermanos, la verdad es que hemos aprendido mucho. Sin duda, un regalo de Dios y de la vida el poder estar acá.
Varias cosas me han llamado la atención de Ljubljana: es una ciudad muy ordenada y segura. Se nota que tiene una muy buena calidad de vida para toda la gente sin distinción. No he visto perros vagos en las calles, siempre con sus amos. Solo he visto un gato en un techo. No he visto negocios de barrio o el clásico minimarket. Me pareció muy interesante que salvo los lugares dedicados al turismo, los fines de semana la mayoría del comercio está cerrado, por lo que puedo inferir que se respeta a los trabajadores. Una ciudad que está muy comprometida con el reciclaje, no hay basura en las calles. El estándar de vida es muy bueno y puedo notar que el tiempo de la vejez es digno y tranquilo.
Recorriendo el centro histórico de la ciudad, como no, encontramos a varios chilenos patiperros, que andaban recorriendo Europa y otros que trabajaban en Serbia y andaban de vacaciones por la ciudad. El último chileno que encontramos fue en el autobús de camino a koper. Íbamos conversando con paulo cuando la persona que iba en el asiento de adelante se da vuelta y nos pregunta: ustedes son chilenos? Creo que el clásico weón nos delato….
Finalmente, al pensar en Padre las Casas, me encantaría que siguiera creciendo y modernizándose con el respeto que Ljubljana lo hizo. No destruyeron casas patrimoniales para construir farmacias como Temuco, ellos supieron conservar su historia para que las nuevas generaciones puedan conocer y disfrutar su historia. Integraron a la ciudad el río, hicieron del turismo una alternativa concreta de desarrollo. Siento que como comuna es hacia allá donde debemos apuntar, no seguir el “ejemplo” de nuestros vecinos. Gracias a Dios por la experiencia. Espero estar pronto de vuelta, extraño a mi familia, a Evelyn y Amanda.
Un abrazo, Saludos desde Ljubljana!!!
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